Parece ser que han sido necesarios 500 años para que la inmensa mayoría de los historiadores e investigadores coincidan en algo: El Reino de Navarra fue conquistado en 1512. Como diría aquel, ya es algo.
Aquellos que tenemos un cierto interés por conocer nuestro pasado llevamos un año lleno de emociones, porque además de historiadores, es tal la tropa de políticos y opinadores que hablan que hay días que uno está como para pedir socorro a su siquiatra:
– Hay quienes quieren correr un tupido velo sobre la conquista y realzan que la anexión en realidad fue una unión voluntaria y que nadie puede poner en cuestión que el estatus actual de Navarra es consecuencia de un proceso casi divino hacia la unidad de España
– Otros estudian lo que sucedió en el Siglo XVI como hechos históricos del momento que no tienen porque determinar lo que Navarra deba ser ahora, porque esa decisión es responsabilidad de la ciudadanía, que es libre de decidir lo que considere, tomando en cuenta, o no, lo que la Historia nos muestra.
– Está la visión de los que encuentran en la Historia no solo la información de lo que nuestros antepasados hicieron sino las piedras angulares sobre las que, queramos o no, construir nuestra vida actual y futura.
Esta última corriente tiene aspectos positivos, siendo el fundamental el de acercarse con una visión crítica que pone en cuestión muchas de las “verdades” que pueblan la Historia.
Pero lamentablemente acaban realizando un planteamiento muy cuestionable y que les hace ir más allá de los datos e incluso de las diferentes interpretaciones y acaban convirtiendo la Historia en una especie de plastilina que permite moldear el pasado de tal manera acaba por demostrar que sus propuestas políticas par la sociedad actual son además de legítimas incuestionables.
Aunque es innegable que en este grupo están visiones contrapuestas, desde el que defiende el estatus de Navarra tal y como es ahora, una comunidad autónoma histórica ubicada en la España constitucional resultado de un largo proceso histórico que no podía tener otra conclusión, a la defensa de una Euskal Herria independiente tomando como referente el “estado vasco conquistado por España en 1512”.
Mi reflexión va sobre esta segunda visión, porque siendo partidario como soy de la constitución de Euskal Herria como país, creo que está incurriendo en los mismos errores de falsear la Historia que atribuyen a sus oponentes. Y no hay nada que pueda hacer más daño.
Como muestra un botón. El otro día leí un artículo de opinión titulado Los tres pies de nuestro gato firmado por Mikel Sorauren, que en parte era respuesta a una entrevista de Diario de Noticias a Santi Leoné. Dos ideas del artículo me resultaron llamativas:
– “Que se me perdone si parezco contundente, pero afirmar que Euskal Herria no ha existido me parece una simpleza, tan grande, al menos como afirmar que no ha existido el Imperio Romano. ¿Y Julio Cesar?”
– “No queda sino hacer crítica a Santiago Leoné y a aquellos otros llevados de cierto temor a ser señalados como etnicistas y otros conceptos que resultan insultantes”.
Es evidente que Mikel Sorauren confunde lo que Santiago Leoné dice con lo que sus orejeras le permiten ver. Ya que lo que pretende es desligar lo que la Historia nos muestra, en un sentido u otro, de lo que la ciudadanía en cada momento pueda decidir.
Y por qué considero más razonable la postura de Leoné que la Sorauren? Porque tomar la Historia como razón central de postulados políticos actuales abre una serie de problemas de difícil resolución.
Tomemos para ilustrarlo como referente el Reino de Navarra en 1512:
– ¿Qué territorialidad nos proporciona? La Navarra actual y Hondarribia y la Sexta Merindad. ¿De qué manera solucionamos esto? Pues tomamos el mapa de Navarra de los tiempos de Sancho III el Mayor, cuatro siglos antes, y problema solucionado.
– ¿Y el modelo político? Pues fácil, la Navarra medieval es el Estado Vasco. Que el concepto de Estado en historiografía es algo que se va configurando a partir de Historia Moderna y llega a su definición concreta, tras la Revolución Francesa, en el siglo XIX, no pasa nada, una nimiedad: Los quinientos años trascurridos con infinidad de navarros ostentando representación política lo solventamos mentando al Conde de Lerín. Y para que todo quede completo de la Navarra medieval con su reluciente rey pasamos al Estado Vasco moderno y republicano, sin transición ni explicación.
– -¿Y el modelo social?. Resulta que lo conquistado fue un Reino organizado de una manera estamental. Para esto sí nos sirven de algo los quinientos años transcurridos en el que se han desarrollado las democracias, la lucha de clases, el derecho a voto de la mujer, etc.
– ¿Y qué pasa con la lengua? El euskera estaba en franco retroceso en la Navarra anterior a la conquista de 1512. Geográficamente ya no se hablaba en al menos un tercio del territorio y funcionalmente la pérdida era mayor. Los reyes ni la corte era vascohablante, ni las élites, ni la jerarquía eclesiástica. Como euskaldun no tengo muy claro si ese estado vasco del que se habla hubiera salvado al euskera. Es probable que sí porque fue a partir del siglo XVI cuando se dio el proceso de sustitución del latín por las lenguas romances y vernáculas, pero es tan solo una posibilidad.
Así que tal y como la Historia nos demuestra es incuestionable que nos corresponde por derecho propio constituir un Estado independiente integrado por el zazpiak bat, republicano y euskaldun. A mi me parece más interesante la propuesta de Leoné, no porque vea más factible constituir un Estado Vasco independiente, democrático y euskaldun, sino porque creo que solo podemos ser aquello que decidamos ser. Y para eso hace falta el acuerdo de toda la ciudadanía.
La segunda idea que me ha resultado llamativa es la de atribuir que los argumentos de Santi Leoné se deben al temor a ser tachado de etnicista (la reciente cita de UPN en el Congreso de los Diputados a su entrevista en Diario de Noticias es la prueba irrefutable) y no al propio convencimiento basado en sus datos, sus investigaciones, sus lecturas y sus propias conclusiones. El argumento de Sorauren no es un prejuicio es una certeza. Claro está que con ese argumento se acaba todo intercambio de ideas: Leoné piensa como Sorauren, pero su temor le impide reconocerlo. Magistral giro de 360º grados para no llegar a ningún sitio. Salvo que ese sea el objeto de la conclusión, te traigo a mis postulados y así me ahorro tener que contrastarlo con lo que realmente dice. Esto es más hermético que el argumento de Del Burgo en el que el estatus actual de Navarra es inevitable por venir desde el Paraíso Terrenal.
PA. Lamentable la decisión del Congreso de España por impedir que representantes de Nafarroa bizirik expliquen sus planteamientos. Hablar y tener la razón son dos cosas diferentes. Pero amordazar es lo mismo que fascismo. Y lo más curioso es que estos de UPN acaban siempre consiguiendo que algo que iba a pasar sin más acabe siendo noticia no por lo que van a decir, que para la inmensa mayoría suena a rancio, pasado y aburrido, sino porque les impiden hablar, cargándoles así de una razón que de otra manera difícilmente obtendrían