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Los habitantes de Etxarri Aranatz han hablado. Lo que no está tan claro es qué han dicho. Unos nos dicen que ha sido una “fiesta de la democracia”, otros que se ha mostrado el camino a seguir por el resto de Euskal Herria, otros que ha sido un “gatillazo”. Hay quien ha comparado esta votación con la consulta de Areny de Munt destacando que la participación en Etxarri Aranatz fue superior.

La verdad es que la sensación es agridulce:herri kontsulta

–          El desarrollo de los previos y de la consulta ha sido impecable y los organizadores han dado una lección de transparencia y responsabilidad, a pesar de la dificultades que han puesto las autoridades, el Gobierno de Navarra y los contrarios a que la ciudadanía se exprese.

–          Los organizadores de la consulta jugaban en casa. La rotundidad del resultado era conocida antes de celebrarse. Es evidente que esa pregunta en otra localidad de Navarra, como por ejemplo Corella, hubiese recibido esa rotundidad pero en sentido contrario.

–          Los resultados, rotundos en apariencia, sin embargo muestran que la mayoría de los  habitantes de Etxarri Aranatz no se sintieron atraídos por la consulta. Los que votarían que no (el PP obtuvo 120 votos en las municipales) ni se molestaron en ir a votar. Pero de los que se supone que votarían sí muchos ni se molestaron en ir a votar: los votos abertzales de las últimas elecciones municipales sumaron 1.233 votos con una participación del 72 %. No conviene olvidar que en la consulta también votaban los mayores de 16 años, con lo que el número de votantes era mayor. Los 808 síes suponen dos tercios de los resultados de las municipales.

Si extrapolamos los resultados al electorado de Navarra, con una participación del 42 % los votos a favor de la independencia habrían sido 191.700. Menudo subidón. Si tomamos como referente el porcentaje de voto abertzale sobre el conjunto del electorado (30%) los votos favorables ascenderían a 60.500, esto es, dos tercios de los votos que EH Bildu y Geroa Bai obtuvieron en las elecciones al Parlamento de 2011.

Entonces ¿qué aporta la consulta de Etxarri Aranatz más allá de evidenciar la intolerancia del Gobierno español y de mostrar unos resultados no muy diferentes al mapa político de Navarra de las dos últimas décadas?

Quien crea que se está abriendo el camino hacia un proceso equiparable al catalán se arriesga a sufrir un jarro de agua fría. Y  quien crea que esta consulta va más allá del consumo para los convencidos y del eterno intento de apartar a opciones políticas abertzales más realistas, probablemente despertará cuando vea que su visión particular no es compartida por la mayoría de la ciudadanía.

LA TRANSICIÓN

Artur Mas, un político antipático para mi gusto, ha osado decir que los políticos españoles actuales no están a la altura de Adolfo Suárez, que hacía frente a los retos y buscaba el consenso. Y los voceros le critican por instrumentalizar al político muerto.

Los voceros dicen que Adolfo Suárez ha sido el mejor político de la democracia porque fue el artífice de la transición y la democracia y por garantizar la unidad territorial que en la actualidad es tan inamovible como la intocable Constitución Española. Y a eso se le llama objetividad

Nafarroa bizirik!

Parece ser que han sido necesarios 500 años para que la inmensa mayoría de los historiadores e investigadores coincidan en algo: El Reino de Navarra fue conquistado en 1512. Como diría aquel, ya es algo.

Aquellos que tenemos un cierto interés por conocer nuestro pasado llevamos un año lleno de emociones, porque además de historiadores, es tal la tropa de políticos y opinadores que hablan que hay días que uno está como para pedir socorro a su siquiatra:

– Hay quienes quieren correr un tupido velo sobre la conquista y realzan que la anexión en realidad fue una unión voluntaria y que nadie puede poner en cuestión que el estatus actual de Navarra es consecuencia de un proceso casi divino hacia la unidad de España

– Otros estudian lo que sucedió en el Siglo XVI como hechos históricos del momento que no tienen porque determinar lo que Navarra deba ser ahora, porque esa decisión es responsabilidad de la ciudadanía, que es libre de decidir lo que considere, tomando en cuenta, o no, lo que la Historia nos muestra.

– Está la visión de los que encuentran en la Historia no solo la información de lo que nuestros antepasados hicieron sino las piedras angulares sobre las que, queramos o no, construir nuestra vida actual y futura.

Esta última corriente tiene aspectos positivos, siendo el fundamental el de acercarse con una visión crítica que pone en cuestión muchas de las “verdades” que pueblan la Historia.

Pero lamentablemente acaban realizando un planteamiento muy cuestionable y que les hace ir más allá de los datos e incluso de las diferentes interpretaciones y acaban convirtiendo la Historia en una especie de plastilina que permite moldear el pasado de tal manera acaba por demostrar que sus propuestas políticas par la sociedad actual son además de legítimas incuestionables.

Aunque es innegable que en este grupo están visiones contrapuestas, desde el que defiende el estatus de Navarra tal y como es ahora, una comunidad autónoma histórica ubicada en la España constitucional resultado de un largo proceso histórico que no podía tener otra conclusión, a la defensa de una Euskal Herria independiente tomando como referente el “estado vasco conquistado por España en 1512”.

Mi reflexión va sobre esta segunda visión, porque siendo partidario como soy de la constitución de Euskal Herria como país, creo que está incurriendo en los mismos errores de falsear la Historia que atribuyen a sus oponentes. Y no hay nada que pueda hacer más daño.

Como muestra un botón. El otro día leí un artículo de opinión titulado Los tres pies de nuestro gato firmado por Mikel Sorauren, que en parte era respuesta a una entrevista de Diario de Noticias a Santi Leoné. Dos ideas del artículo me resultaron llamativas:

–         “Que se me perdone si parezco contundente, pero afirmar que Euskal Herria no ha existido me parece una simpleza, tan grande, al menos como afirmar que no ha existido el Imperio Romano. ¿Y Julio Cesar?”

–         “No queda sino hacer crítica a Santiago Leoné y a aquellos otros llevados de cierto temor a ser señalados como etnicistas y otros conceptos que resultan insultantes”.

Es evidente que Mikel Sorauren confunde lo que Santiago Leoné dice con lo que sus orejeras le permiten ver. Ya que lo que pretende es desligar lo que la Historia nos muestra, en un sentido u otro, de lo que la ciudadanía en cada momento pueda decidir.

Y por qué considero más razonable la postura de Leoné que la Sorauren? Porque tomar la Historia como razón central de postulados políticos actuales abre una serie de problemas de difícil resolución.

Tomemos para ilustrarlo como referente el Reino de Navarra en 1512:

–         ¿Qué territorialidad nos proporciona? La Navarra actual y Hondarribia y la Sexta Merindad. ¿De qué manera solucionamos esto? Pues tomamos el mapa de Navarra de los tiempos de Sancho III el Mayor, cuatro siglos antes, y problema solucionado.

–         ¿Y el modelo político? Pues fácil, la Navarra medieval es el Estado Vasco. Que el concepto de Estado en historiografía es algo que se va configurando a partir de Historia Moderna y llega a su definición concreta, tras la Revolución Francesa, en el siglo XIX, no pasa nada, una nimiedad: Los quinientos años trascurridos con infinidad de navarros ostentando representación política lo solventamos mentando al Conde de Lerín. Y para que todo quede completo de la Navarra medieval con su reluciente rey pasamos al Estado Vasco moderno y republicano, sin transición ni explicación.

–         -¿Y el modelo social?. Resulta que lo conquistado fue un Reino organizado de una manera estamental. Para esto sí nos sirven de algo los quinientos años transcurridos en el que se han desarrollado las democracias, la lucha de clases, el derecho a voto de la mujer, etc.

–         ¿Y qué pasa con la lengua? El euskera estaba en franco retroceso en la Navarra anterior a la conquista de 1512. Geográficamente ya no se hablaba en al menos un tercio del territorio y funcionalmente la pérdida era mayor. Los reyes ni la corte era vascohablante, ni las élites, ni la jerarquía eclesiástica. Como euskaldun no tengo muy claro si ese estado vasco del que se habla hubiera salvado al euskera. Es probable que sí porque fue a partir del siglo XVI cuando se dio el proceso de sustitución del latín por las lenguas romances y vernáculas, pero es tan solo una posibilidad.

Así que tal y como la Historia nos demuestra es incuestionable que nos corresponde por derecho propio constituir un Estado independiente integrado por el zazpiak bat, republicano y euskaldun. A mi me parece más interesante la propuesta de Leoné, no porque vea más factible constituir un Estado Vasco independiente, democrático y euskaldun, sino porque creo que solo podemos ser aquello que decidamos ser. Y para eso hace falta el acuerdo de toda la ciudadanía.

La segunda idea que me ha resultado llamativa es la de atribuir que los argumentos de Santi Leoné se deben al temor a ser tachado de etnicista (la reciente cita de UPN en el Congreso de los Diputados a su entrevista en Diario de Noticias es la prueba irrefutable) y no al propio convencimiento basado en sus datos, sus investigaciones, sus lecturas y sus propias conclusiones. El argumento de Sorauren no es un prejuicio es una certeza. Claro está que con ese argumento se acaba todo intercambio de ideas: Leoné piensa como Sorauren, pero su temor le impide reconocerlo. Magistral giro de 360º grados para no llegar a ningún sitio. Salvo que ese sea el objeto de la conclusión, te traigo a mis postulados y así me ahorro tener que contrastarlo con lo que realmente dice. Esto es más hermético que el argumento de Del Burgo en el que el estatus actual de Navarra es inevitable por venir desde el Paraíso Terrenal.

PA. Lamentable la decisión del Congreso de España por impedir que representantes de Nafarroa bizirik expliquen sus planteamientos. Hablar y tener la razón son dos cosas diferentes. Pero amordazar es lo mismo que fascismo. Y lo más curioso es que estos de UPN acaban siempre consiguiendo que algo que iba a pasar sin más acabe siendo noticia no por lo que van a decir, que para la inmensa mayoría suena a rancio, pasado y aburrido, sino porque les impiden hablar, cargándoles así de una razón que de otra manera difícilmente obtendrían

Deleznable

Ayer, por segunda vez en menos de un mes, el coordinador de un partido político con el norte perdido, procedió a utilizar las formas más rastreras de la política más cicatera que se puede aplicar. En un intento de descalificar a oponentes políticos, aunque para llegar a su escaño le ofrecieron una cobertura muy generosa, se aferra a un artículo de prensa dando por bueno todo lo que se dice y sin contrastar absolutamente nada con las personas afectadas, compañeras de viaje hasta el 20 de noviembre. Y lo más indignante de todo ello es pretender encubrir con un aire de dignidad y coherencia política lo que no es mas que una venganza fruto de la frustración que ha producido un muy mal resultado de su estrategia política.
Confío, aunque cada vez menos, que recapacite y vuelva al camino de la razón. No puede ser que unas actuaciones sean juzgadas sin ser comprobadas y no resulta aceptable pedir a otras personas por posibles errores cuando este político justificó para sí mismo un error suyo real y públicamente conocido.
En política no todo vale y pretender igualar la actuación de gobernantes corruptos con otras situaciones o caer en la estrategia de que todos los políticos son iguales solo traerá como resultado el populismo y la frustración.

[en Diario de Noticias de Navarra, 26 de noviembre de 2011, por el Foro Er@gin, integrado por Gregorio Monreal, Fernando Mikelarena, Álvaro Baraibar y Mikel Aramburu Zudaire]

El 20-N puede dar lugar a multitud de análisis y enfoques diferentes, entre otras cosas, porque eran varias las cuestiones que estaban en juego. Han sido las elecciones de la democracia en que el PP ha conseguido su mejor resultado, superando la mayoría absoluta de José María Aznar en 2000, y en las que, al mismo tiempo, el PSOE ha obtenido sus peores resultados, por debajo del suelo de los socialistas liderados por Joaquín Almunia en 2003 (con 125 diputados) o de las elecciones constituyentes de 1977 (con 118 diputados). Más allá de estos resultados, pese a la rotunda mayoría absoluta de los populares y tal vez como una reacción espontánea al esquema bipartidista, en esta XI legislatura van a estar representadas en el Congreso ocho formaciones de implantación regional o de nacionalidades. No es baladí que la suma de los votos obtenidos por PP y PSOE haya pasado de los más de 21,5 millones de 2008 a los 17,8 del pasado 20-N.

Aunque, a la hora de legislar, Mariano Rajoy podrá prescindir del resto del arco parlamentario si así lo quiere, quizás necesite amplios consensos para tomar determinadas decisiones o impulsar ciertas políticas. En este sentido, el líder del PP podría buscar acuerdos por dos vías diferentes, en buena medida excluyentes entre sí. La primera opción le llevaría a apoyarse, como tantas veces han hecho los Gobiernos del Estado, en los partidos nacionalistas de Cataluña y Euskadi y en formaciones regionalistas como Coalición Canaria. Sería más fácil llegar a acuerdos con ellas en lo que concierne a las medidas anticrisis, la gran cuestión de la presente legislatura. Pero no hay que excluir el entendimiento con formaciones de ámbito estatal como UPyD -la fuerza emergente de signo españolista radical- y el propio PSOE. La crisis podría obligar a ello a los socialistas, sin olvidar que cualificados dirigentes del partido comparten el deseo de recentralizar el Estado que han expresado el PP y UPyD. El entendimiento PP-PSOE para la reforma constitucional con que se cerró la legislatura es buena prueba de ello.

Uno de los pilares del pacto constituyente fue la organización territorial y el reconocimiento del hecho diferencial de las nacionalidades, condicionado, sobre todo, por la reivindicación histórica de la diferencialidad vasca y catalana. En las últimas décadas las deficiencias de las fórmulas de integración ofrecidas a esas dos nacionalidades en los acuerdos constitucionales y estatutarios han motivado que desde esos dos ámbitos se haya planteado la necesidad de otros pactos. En este sentido es significativo que PNV y Amaiur hayan obtenido 11 de los 18 diputados en la CAV, o, algo insólito durante la etapa democrática, los 16 escaños de CiU en Cataluña, o los 2 diputados de GeroaBai y Amaiur en Navarra. Se dirá que es un reflejo de autoprotección ante la avalancha del PP, pero en todo caso son datos que expresan el enraizamiento y la operatividad del hecho diferencial de estos territorios y de la necesidad por ello de escuchar y tener en cuenta sus voces a la hora de definir las líneas de actuación de la presente legislatura.

El 20-N era también importante en Navarra y la CAV. Tras años en que la IA no había podido presentarse a unas generales, había llegado el momento de ver cómo se recomponía el espacio nacionalista tras el abandono de las armas por parte de ETA. En la CAV, PNV y Amaiur se disputaban la condición de fuerza mayoritaria. Es cierto que Amaiur, empujada por la gratitud social por el fin de la violencia, ha conseguido 6 diputados frente a los 5 del PNV, pero los jeltzales continúan siendo el partido más votado con casi 40.000 sufragios de ventaja sobre aquélla. Se repite así un resultado casi idéntico al del 22-M, algo muy a tener en cuenta de cara a los comicios de la CAV, se celebren estos en 2013 o antes, en el caso de que PSE y PP no sean capaces de sostener al Gobierno López hasta entonces.

En Navarra, la debacle del PSOE ha coexistido con un relativo fracaso de la coalición UPN-PP que, aunque ganadora, se ha quedado lejos de su techo histórico por no haber podido retener el electorado propio ni atraer el ajeno. Por otra parte, el éxito relativo de I-E queda matizado por su dimensionamiento real, sin capacidad de sumar el voto desencantado del PSOE. También merece ser comentada la subida de UPyD, expresión de que entre nosotros existe un sector social que escucha con agrado un mensaje de patriotismo español o españolista centralizador, enriquecido con ingredientes explícitamente antiforales.

Pero no cabe duda de que aquí la gran incógnita era saber cuál iba a ser el resultado de GeroaBai, después de que, en diferentes momentos de estos últimos años, Batzarre, EA y Aralar abandonaran NaBai. Comentaristas y políticos pensaron que era una pugna desigual decidida a favor de Amaiur, pero las elecciones han mostrado que algo se mueve y está cambiando en el espacio político abertzale y vasquista; que se acentúa la permeabilidad y crece el deseo de propiciar un entendimiento transversal; que se difuminan las fronteras entre el voto nacionalista vasco y el no nacionalista; y que la política de frentes y de enfrentamiento que tantos réditos ha dado a algunos pierde su virtualidad. El éxito de GeroaBai -con una Uxue Barkos que ha representado y ha sabido trasladar la ilusión y la credibilidad del proyecto- acredita la validez de los valores políticos que empezó a defender NaBai en 2004. Hay un sector decidido de la opinión pública navarra que cree que esa vía no debe abandonarse. El camino que lleva al cambio político en esta tierra es largo y difícil pero ya se ha recorrido una etapa y nos vuelve a dirigir la mirada no al pasado, sino al futuro.

La noche electoral

[por Álvaro Baraibar, en Diario de Noticias de Navarra, 21 de noviembre de 2011]

En estas elecciones generales estaban en juego cuestiones distintas en diferentes planos. En España había que aclarar cómo de amplia iba a ser la mayoría del PP y cómo de grande el castigo al PSOE.

Los datos son rotundos: el peor resultado del PSOE en democracia coincide con los mejores números del PP. Poco ha podido hacer el sprinter Rubalcaba en una carrera en la que partía demasiado lejos de meta y en la que competía con un Mariano Rajoy al que los desaciertos del Gobierno de Zapatero habían colocado a un pasito de la meta. Por si fuera poco, el desempleo, la presión de los mercados y la prima de riesgo de la deuda española han sido obstáculos insalvables para un Rubalcaba que podía aportar al PSOE cualquier cosa menos renovación. La mayoría absoluta del PP es clara, pero no lo es menos que Cataluña y Euskadi no se han sumado a esa ola ganadora de los populares y Rajoy debería tenerlo en cuenta.

Estas elecciones eran, además, las primeras generales después de muchos años en que la IA se podía presentar. En la CAV, las fuerzas nacionalistas han sido las grandes triunfadoras, con Amaiur como coalición más votada, seguida de cerca por el PNV.

Y en cuanto a Navarra, más allá de ver quiénes iban a ser los 5 diputados que fuesen a Madrid, el día de ayer se resolvía también otra cuestión. Lo que estaba en juego en estas elecciones era el futuro y la viabilidad del proyecto de Nafarroa Bai, es decir, Geroa Bai. En este sentido, las elecciones han demostrado que Geroa Bai tiene un espacio electoral consolidado, con más del 12% de los votos. Las elecciones han demostrado que una coalición formada por dos pequeños partidos (PNV y Atarrabia Taldea) y una asociación de independientes (Zabaltzen) a escasos dos meses de la votación ha sido la respuesta que muchos miles de navarros y navarras demandaban. Así pues, Nafarroa Bai tiene futuro: Geroa Bai. Más allá de lo que estos resultados suponen para Navarra, será interesante ver la lectura que hacen de ello los partidos políticos y la sociedad en general. Muchos son los que reclaman un cambio en política. Habrá que estar atentos a lo que nos depare el futuro y la voz de Uxue Barkos, la voz de Geroa Bai en Madrid.

¿HAY NERVIOS?

Amaiur está llamando a levas, hay que votarles para construir el muro de contención que detenga a la derecha upenera, ya que matemáticamente y políticamente son la única opción que les puede hacer frente y sacar dos escaños. Pronto se aclarará si estas declaraciones son muestra de nerviosismo, de prepotencia o de una realidad que parece que no les gusta, y es que en Navarra es posible defender una política abertzale desde la defensa de Navarra como sujeto político.

Si Geroa Bai acaba no obteniendo el escaño que tan al alcance parece que está, es más que probable que los amigos de Amaiur se dediquen a leernos la cartilla a todos los «díscolos y disidentes» y nos acusarán de que nuestros votos han sido inútiles y que hemos regalado el tercer escaño a UPN evitando que el abertzalismo en Nafarroa muestre un poder similar al de la derecha navarrista.

Pero si esto sucede (en manos de los votantes progresistas y comprometidos está que Uxue salga elegida) serán incapaces de preguntarse por qué todos esos votantes no han caido del caballo y han acudido a votar a esa fuerza que matemática y políticamente era la única opción. Serán incapaces de considerar que para muchas de esas personas Amaiur sigue sin ser una opción mientras ETA siga sin cerrar su ciclo de violencia, la IAO no haga política de una manera clara ni mientras no tome en consideración la defensa de propuestas políticas integradoras y transversales.

Esto es: para muchas personas la opción no es entre Amaiur o Geroa Bai sino entre Geroa Bai y Geroa Bai. Ya que si no existiera habría que invertarla.

Logo Geroa Bai[por Itziar Gómez, Mikel Haranburu, Mikel Arbeloa, Isabel Aramburu, Josean Villanueva y Mikel Arregui, militantes y ex-militantes de Aralar, en Diario de Noticias de Navarra, 10 de noviembre de 2011]

QUIENES firmamos este escrito, militantes y exmilitantes de Aralar, queremos hacer públicas las razones que nos han llevado a apoyar abiertamente a GeroaBai.

Empecemos por expresar nuestra alegría por el cese de la actividad armada de ETA, que confirma unos pasos de gigante hacia un nuevo escenario político vasco. Saludamos y apoyamos esos pasos hacia la paz y la normalización con sincera simpatía y ánimo, desde el convencimiento de que serán beneficiosos para el conjunto de Euskal Herria.

Toca ahora acometer la reconstrucción de la convivencia, que necesariamente debe basarse en la memoria y en una nueva cultura que se aleje de una concepción de la política como continuación de la guerra.

Por eso, apoyar esos pasos hacia la paz y la normalización es una cosa, y otra, muy distinta, suscribir una estrategia política o apoyar las propuestas electorales que la sustentan que, a nuestro juicio, son un error.

Retirar la caballería pero sostener la misma estrategia del pasado es un indicativo de que apenas estamos ante el comienzo de un cambio inconcluso. Un cambio que necesitará aún de tiempo y pasos para su maduración y para el desaprendizaje de una cultura política, de una visión del país y de una estrategia que piden a gritos una renovación urgente.

En cualquier caso, se abre un nuevo escenario para la exploración de posibilidades de colaboración con la izquierda abertzale oficial. Y en esa exploración hay dos criterios de mínimos, dos aportaciones en positivo que Aralar debería haber defendido. Dos líneas rojas que, en nuestra opinión, no se deberían haber traspasado.

La primera, no dar pasos atrás ni alimentar los errores recurrentes de la izquierda abertzale del pasado, y que hoy se insiste en reeditar.

No se debería haber retrocedido en el reconocimiento de Navarra como ámbito de decisión, esto es, el reconocimiento de Navarra como sujeto y no como objeto en el complicado ajedrez vasco. Porque Navarra no es una pieza más con algunas especificidades. Es todo un tablero de juego con una relación de fuerzas, unas mayorías sociológicas y un tempo propios y diferenciados. Navarra no se juega en otro tablero que no sea la propia Navarra.

Un escenario en el que la clave para avanzar no se deriva de una acumulación de fuerzas independentistas, sino de la activación y puesta en valor de una mayoría social de progreso para el cambio.

Una mayoría social de progreso que es mucho más amplia que la unidad abertzale, mucho más operativa, decisoria y decisiva. Una mayoría social que existe y anhela el cambio, pero que lleva años fragmentada e incomunicada en compartimentos ideológicos estancos, huérfana, desactivada, distorsionada y cansada de ser utilizada por los aparatos políticos de unos y otros.

Galvanizar todo ese mosaico de progreso para impulsar el cambio en Navarra no será un suceso sino un proceso. No será un acontecimiento sino una evolución progresiva. Y exigirá tenacidad, constancia, paciencia y mucha mano izquierda: porque no es tiempo de cosechar, sino de sembrar y cultivar.

Por eso no entendemos el abandono de un acierto estratégico (activar una mayoría sociológica de progreso) a cambio de un sujeto electoral que establece una estrategia de frentes sin capacidad de mayor recorrido ni penetración.

La segunda línea roja que no se debería haber traspasado era el poner en riesgo los activos políticos y avances alcanzados en Navarra, especialmente NaBai.

Quienes se obcecan en ver a NaBai como un mero sujeto electoral, del que se puede prescindir a conveniencia y cambiar de caballo en plena carrera, olvidan que la característica fundamental de NaBai no ha sido el hecho de ser una coalición electoral de partidos, sino su apuesta por generar un espacio político de nuevo cuño, que busca ampliar constantemente sus límites iniciales.

Nafarroa Bai ha sido una máquina de descongelar relaciones que estaban petrificadas, de aprendizaje y colaboración entre diferentes, y de facilitar una adhesión social progresiva y plural. Un ejercicio de inteligencia política que dividió a la derecha, y que ha ayudado a reposicionar el abertzalismo, reconciliándolo con otros agentes progresistas de Navarra y dotándole de proyección, liderazgo, capacidad de cambio y recorrido a futuro.

Por eso es más admirable el empeño, la ilusión y el coraje que le ha puesto GeroaBai para tomar la antorcha de relevo del proyecto y defender el espacio político más innovador del panorama vasco. Apoyamos y colaboramos con la candidatura de GeroaBai y con su cabeza de lista Uxue Barkos. Una ciudadana incorporada a la política hace 8 años y que ha demostrada durante 2 legislaturas cómo se puede dar la cara todos los días defendiendo los intereses de Navarra en Madrid desde una perspectiva integradora. Y que ha situado siempre su escaño en el ala izquierda del Congreso, como un aliado y valor seguro para las políticas de progreso social.

Animamos a todos aquellos progresistas que creen que la pregunta clave no es de dónde vienes sino a dónde vamos a que se sumen, colaboren y voten GeroaBai.

Sí tenemos futuro. Con solidaridad, con coraje, con inteligencia.

[por Melba Luz Calle Meza, candidata suplente de Geroa Bai al Senado, en Diario de Noticias de Navarra, 6 de noviembre de 2011]

¿SE puede ser -coherentemente- nacionalista vasco-navarro teniendo origen extranjero? Una vez alguien preguntó muy seria y seudo-intelectualmente «¿de qué raza eres?». Y la respuesta fue «soy de la raza humana». Con esta anécdota se podría sintetizar la cuestión, pero el asunto tiene enjundia.

Nieves Arigita (DIARIO DE NOTICIAS-La Ribera semanal, 29/09/2011) relató: «Ahora hay tiendas de chinos sin nombre. … el domingo pasado, dos críos y una cría vestidos como si vinieran de un desfile de Dolce & Gabana, entraron con un billete de 20 euros y se pusieron a vacilarle a la dependienta delante de mis atónitas narices: «Tú, china, ¿cuanto vale esto? ¿no me oyes china? …les dije a los niños que se frenaran un poco. La niña, …que no había cumplido los diez, se giró y me soltó con una heladora firmeza: ¿A ti que te importa, tía? …me lamenté por no haber sabido explicarles. ..que todo lo ocurrido me importa.»

Estos indignantes episodios cotidianos, que deberían inquietar a todo el mundo, sirven para ilustrar lo difícil que puede resultar la idea de «navarros de origen extranjero». Las personas nacidas en otros países, de padres que no tienen ningún vínculo de sangre con Navarra, ni hablan euskera, ni tampoco han aprendido el folklore navarro, ni… ni…. pero que viven y tienen sus casas aquí, trabajan, pagan impuestos y gastan su dinero en Navarra e incluso tienen grandes amistades en esta comunidad, son legítimamente miembros de esta sociedad y así deberían ser considerados por todos. Pero ya se ve que la cosa no es tan fácil.

El primer paso sería que cada una de estas personas tuviera la capacidad de decidir libre y voluntariamente sobre esta comunidad, su presente y su futuro. O, lo que es lo mismo, que pudieran participar activamente en las decisiones políticas. Pero esto no es posible hoy: estas personas, aunque vivan aquí, no tienen derechos políticos, para tenerlos deben adoptar obligatoriamente la nacionalidad española, según lo ordena la Constitución. Sólo se admite constitucionalmente que se les pueda otorgar, por una ley específica, el derecho a elegir y ser elegido en las elecciones municipales.

Pero, ni siquiera éste último es el caso de Navarra. Donde las personas de origen extranjero no tienen ningún derecho político.

En estas condiciones, ¿qué interés puede tener alguien de origen extranjero en las próximas elecciones en las que se van a elegir los parlamentarios que representarán a Navarra en las Cortes? o ¿qué podría importarles si Navarra se consolida como sujeto político autónomo o si su suerte depende de lo que ocurra electoralmente en las comunidades vecinas o de lo que decidan los grandes partidos en Madrid? La atención a todo esto puede ser nula, dadas las circunstancias.

Para que la política resulte atractiva en este contexto se requieren espacios políticos y sociales suficientemente abiertos para que encuentren sitio las 71.380 personas de origen extranjero afincadas en Navarra. Hay que empezar por demandar los derechos políticos para los extranjeros residentes, sin ningún otro requisito. Si ya han tomado la decisión de vivir aquí, es más que suficiente. Se trata de poner en práctica el nacionalismo democrático, aquél que se encargó de divulgar el filósofo alemán Jürgen Habermas (su célebre patriotismo constitucional), y que surge no por razones históricas o étnicas, sino por el hecho de compartir con una comunidad dada una serie de valores democráticos como, fundamentalmente, el pluralismo político, social y cultural.

Este el nacionalismo que surge de la razón, de la voluntad y es el espacio ideológico donde podemos tener sitio los navarros venidos de otros países. Y, así es el futuro que ya tenemos, el de una comunidad integrada por gentes de muy diferentes orígenes, lenguas y culturas.

El nacionalismo vasco-navarro puede continuar abriendo puertas y construyendo amplios canales de comunicación política con los vecinos llegados de otras partes. Y cultivar la ciudadanía universal mediante relaciones internacionales con los países de origen de estos «tozudos» navarros. Todo ello puede hacer crecer y extender esta tendencia política, dentro de un clima de paz y concordia social.

En definitiva, la igualdad de oportunidades y de derechos, principalmente, políticos, es el camino más seguro para adquirir la dignidad ciudadana. Este reclamo nos concierne, por lo demás, en primer lugar, a los propios navarros que hemos venido de fuera, quienes tenemos que asumir nuestro destino aquí y ahora. Y, si para lograr que este objetivo sea una realidad se necesita reformar la Constitución, habrá que reivindicarla.

Hoy sabemos, por los últimos y expeditos arreglos del PSOE y PP en la reforma sobre el déficit fiscal, que no es tan problemático, como nos lo habían vendido, modificar la Constitución española.

Hamaika: el valor del 11

[por Álvaro Baraibar, en Diario de Noticias de Navarra, 7 de noviembre de 2011]

HEMOS superado ya el primer fin de semana de campaña de las elecciones generales, las undécimas de la democracia en este undécimo mes del año 2011. Las papeletas que se depositen en las urnas el próximo 20-N configurarán un Congreso y un Senado en su décima legislatura, undécima si tenemos en cuenta la constituyente de 1977. El destino (en forma de Junta Electoral Provincial) ha querido que en Navarra fueran también once las candidaturas aceptadas, de modo que tenemos un once, del once, del once elevado a la enésima potencia.

A pesar de los grandes pronunciamientos sobre momentos históricos o sobre posibles vuelcos electorales, los comicios suelen mostrar la imagen de una sociedad que cambia lentamente o que, incluso, se resiste a cambiar. Por tanto, ¿qué podemos esperar, qué es distinto en esta ocasión?

Con el permiso del CIS o sin él, el 20-N la ciudadanía dirá cómo de grande es la factura a pagar por el PSOE por su pésima gestión de la crisis económica y cuál será la mayoría con la que el PP podrá contar en los próximos cuatro años. A nivel de Euskal Herria, la cuestión estará en ver cómo se configura el reparto de escaños tras el abandono de la violencia por parte de ETA y ahora que la izquierda abertzale oficial puede presentarse a las elecciones y lo hace en la cresta de la ola gracias a la esperanza de la paz. Será interesante ver si Amaiur (¿o tal vez Sortu?) estará en condiciones o no de pelear con el PNV en las próximas elecciones autonómicas vascas la condición de fuerza nacionalista más votada. Y en cuanto a Navarra, más allá de otras cuestiones (también relevantes), tal vez el aspecto más importante a resolver el 20-N sea ver hasta qué punto la sociedad navarra está harta de una política antigua, una política de bloques como la que hemos vivido en el pasado y decide apostar por nuevas maneras de entender y de actuar en la vida pública, por explorar nuevas vías a la hora de construir un futuro diferente. La gran incógnita en Navarra, el próximo 20-N, es, en definitiva, Geroa Bai. Hamaika galdera, ¿zenbat erantzun?