Los habitantes de Etxarri Aranatz han hablado. Lo que no está tan claro es qué han dicho. Unos nos dicen que ha sido una “fiesta de la democracia”, otros que se ha mostrado el camino a seguir por el resto de Euskal Herria, otros que ha sido un “gatillazo”. Hay quien ha comparado esta votación con la consulta de Areny de Munt destacando que la participación en Etxarri Aranatz fue superior.
La verdad es que la sensación es agridulce:
– El desarrollo de los previos y de la consulta ha sido impecable y los organizadores han dado una lección de transparencia y responsabilidad, a pesar de la dificultades que han puesto las autoridades, el Gobierno de Navarra y los contrarios a que la ciudadanía se exprese.
– Los organizadores de la consulta jugaban en casa. La rotundidad del resultado era conocida antes de celebrarse. Es evidente que esa pregunta en otra localidad de Navarra, como por ejemplo Corella, hubiese recibido esa rotundidad pero en sentido contrario.
– Los resultados, rotundos en apariencia, sin embargo muestran que la mayoría de los habitantes de Etxarri Aranatz no se sintieron atraídos por la consulta. Los que votarían que no (el PP obtuvo 120 votos en las municipales) ni se molestaron en ir a votar. Pero de los que se supone que votarían sí muchos ni se molestaron en ir a votar: los votos abertzales de las últimas elecciones municipales sumaron 1.233 votos con una participación del 72 %. No conviene olvidar que en la consulta también votaban los mayores de 16 años, con lo que el número de votantes era mayor. Los 808 síes suponen dos tercios de los resultados de las municipales.
Si extrapolamos los resultados al electorado de Navarra, con una participación del 42 % los votos a favor de la independencia habrían sido 191.700. Menudo subidón. Si tomamos como referente el porcentaje de voto abertzale sobre el conjunto del electorado (30%) los votos favorables ascenderían a 60.500, esto es, dos tercios de los votos que EH Bildu y Geroa Bai obtuvieron en las elecciones al Parlamento de 2011.
Entonces ¿qué aporta la consulta de Etxarri Aranatz más allá de evidenciar la intolerancia del Gobierno español y de mostrar unos resultados no muy diferentes al mapa político de Navarra de las dos últimas décadas?
Quien crea que se está abriendo el camino hacia un proceso equiparable al catalán se arriesga a sufrir un jarro de agua fría. Y quien crea que esta consulta va más allá del consumo para los convencidos y del eterno intento de apartar a opciones políticas abertzales más realistas, probablemente despertará cuando vea que su visión particular no es compartida por la mayoría de la ciudadanía.
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