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Posts Tagged ‘Corrupción’

20091010_RajoyLa trayectoria política de Mariano Rajoy podría describirse de muchas maneras distintas. “A quien cierne y amasa de todo le pasa” es una frase de la sabiduría popular que podría resumirla bastante bien. Sin embargo, hay otra, “hay hombres que nacen con estrella y otros que nacen estrellados” que también podría explicar lo que le ocurre a don Mariano.

En política, una larga trayectoria puede aportar experiencia y recursos a la hora de resolver situaciones difíciles, pero también implica desgaste y, a veces, un lastre importante, sobre todo si no se consiguen buenos resultados en el corto plazo. Mariano Rajoy será recordado por algunos por los hilillos del Prestige, otros lo asociarán al legado de José María Aznar y no faltará algún funcionario que lo tenga como el responsable de haber congelado su sueldo en otros momentos de crisis.

Mariano Rajoy es el cabeza de lista de un PP que se había acostumbrado a ganar tras una larga travesía en el desierto y que ha perdido dos elecciones después de que José María Aznar quisiera retirarse teniendo la mayoría absoluta, tras ocho años de gobierno, en la cresta de la ola pasando a la posteridad como José María I de España.

El Partido Popular, en una soledad ganada a pulso desde la segunda legislatura de Aznar, no hubiera podido gobernar ni aunque hubiera ganado las elecciones, pero es que, en 2008 volvió a perderlas. Rajoy, como Aznar, había caído en manos de ese no poco numeroso sector ultra que “esconde” el PP, pero a diferencia de don José María, don Mariano no se sentía del todo cómodo en esa situación. No sin dificultades consiguió afianzar algo su posición dentro del partido frente a quienes pedían un relevo y una total lealtad a los principios de ultranacionalismo español y neo-liberalismo que había encarnado el Aznataro.

En su pugna con esa derecha ultra que considera lila todo lo que no sea azul Rajoy se apoyó en gentes con sensibilidades distintas a las que primó Aznar. Esto fue notable en el País Vasco (por su valor simbólico), pero la región que hizo que Rajoy siguiera siendo la cabeza visible del PP no fue otra que la Comunidad Valenciana, con Camps como garante fundamental del gallego.

La crisis económica y el desastre de la gestión de Zapatero, que ha conseguido llevarse mal con todo el arco parlamentario parecían augurar a Rajoy un futuro prometedor y, sobre todo, más tranquilo tras haber vencido en su guerra particular con Esperanza Aguirre por controlar el partido. Hasta la crisis en Navarra, tras la ruptura con UPN, parecía empezar a pintar mejor o eso al menos apuntan los sondeos.

Sin embargo, el caso Gürtel parece que puede empañar su futuro, al salpicar profundamente a quienes fueron sus grandes valedores y, sobre todo, porque lejos de aplicar las medidas que defendieron cuando la corrupción afectaba a otros, se dedican a dejar caer el chaparrón en una actitud muy española, donde dimitir, dimitir, no dimite nadie. Esperanza Aguirre ha querido aprovechar la resistencia del PP valenciano a depurar responsabilidades políticas (las judiciales ya se verán donde corresponda) para dejar ver lo que ella haría si estuviera en la situación de Rajoy, pero ni siquiera, ya que lo más que ha logrado es un cese light: paso al grupo mixto, pero los señores en cuestión se quedan con el acta de diputados.

Don Mariano, político al que parece haberle tocado en suerte una estrella fugaz, no va a tener la calma que esperaba para preparar y ganar las próximas elecciones. Veremos qué nos deparan estos dos años y medio de legislatura y veremos hasta dónde llega el caso Gürtel y sus ramificaciones. En este contexto, el Congreso del PP navarro tal vez tenga que esperar o tal vez sirva para darse alguna alegría después de tanto mal trago.

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20090810_desvio_atencionNo ha pasado todavía ni tan siquiera un año y medio desde la constitución del actual gobierno socialista pero parece que hubieran pasado años desde las últimas elecciones. Si a nosotros, simples observadores, se nos está haciendo tan larga la legislatura, cómo se lo estará pareciendo a ZP y compañía.

La crisis económica está pasando factura a Zapatero hasta tal punto que los números ya no le salen ni a él ni al CIS. El Centro de Investigaciones Sociológicas daba en el último sondeo una ventaja de 1,2 puntos al PP sobre el PSOE en intención de voto, además de un soberano suspenso al Gobierno en todas las áreas.

Se está afirmando en varios foros que algunas de las polémicas suscitadas en los últimos tiempos podrían tener mucho que ver con esta pérdida de posiciones del PSOE frente al PP. Tanto el proyecto de reforma de la Ley del aborto como las sucesivas entregas del culebrón del caso Gürtel y la supuesta trama de corrupción del PP serían para algunos simples cortinas de humo para desviar la atención del ciudadano de sus preocupaciones más inmediatas. Según esta hipótesis, la crisis económica y los crecientes números del paro habrían cobrado un excesivo protagonismo en los medios de comunicación y había que crear nuevos titulares, nuevas noticias que abrieran los informativos de prensa escrita, radio y televisión.

En un primer momento, el PP se defendió de las acusaciones negando la mayor: sus cargos y, mucho menos, el Partido nada tenían que ver con esas acusaciones de corrupción. Pero los jueces algo habían visto en algunos de los casos como para querer investigarlos en profundidad y visto que el asunto iba a cobrarse su precio los dirigentes populares decidieron, al parecer, cambiar de táctica y, llegado un determinado momento, salvar algunos muebles (Camps, por ejemplo, como gran personalidad del PP valenciano y nacional y muy ligado a la figura de Mariano Rajoy). Las noticias se iban escalonando y con negarlo todo no se iba a conseguir casi nada, así que el PP decidió pasar al ataque utilizando la misma táctica del desvío de atención. El problema no era si había o no había casos de corrupción que afectaran a cargos o ex-cargos del PP, sino que el quid de la cuestión era el supuesto uso partidista del Estado de derecho por parte del PSOE para espiar y perseguir a políticos del PP. El PP no era el acusado, sino la víctima. El primer objetivo fue Garzón y ahora parece haberse abierto la veda y se acusa al Gobierno de llevar a cabo escuchas ilegales y detenciones organizadas como auténticos circos. Todo con tal de desviar la atención.

Las supuestas corruptelas de Madrid, Comunidad Valenciana, Baleares… son las noticias que en estos tiempos están abriendo los telediarios, así que el PSOE habría logrado, al menos en parte, su objetivo. Lo preocupante de esta cuestión es que cuando se ataca a un juez (por ser amigo de unos o de otros) o al propio Estado de derecho poniendo en cuestión sus motivaciones a la hora de investigar un posible delito es el propio sistema democrático el que se ve salpicado. El ataque se hace con objetivos partidistas porque se ha perdido de vista cuál es el fin de un político y de un partido político. Es frecuente ver cómo los medios se convierten en fines, cómo los partidos políticos, medios para defender unas ideas en democracia, se convierten en el fin último de un juego en el que se utiliza, se manipula y hasta se ataca los pilares del propio sistema que se dice defender si con ello se consigue un beneficio para el partido. Es fácil caer en ese error, no digo que no (todos creemos que lo nuestro es lo mejor), pero PP y PSOE nos están dando toda una lección de lo que no se debe hacer, porque todo juego tiene unas reglas y unos límites.

Creo que la política tiene su parte de puesta en escena, de representación. La política es también, en cierta medida, un arte. Lo que no debe ser es un circo donde los leones se dediquen a devorarlo todo sin que nada importe. El problema es que el ruido de la bronca política provocado no por problemas generales sino partidistas cansa, aburre y dificulta que el ciudadano valore que no todos son iguales, que en política, como en todo, hay también gente honrada. Tengo la impresión de que la corrupción política ya no castiga al partido acusado como debería porque no son pocos los que piensan que todos, sin excepción, hacen lo mismo. No es verdad, pero PP y PSOE casi consiguen que lo parezca.

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Todos iguales

Obama, Berlusconi, Medvedev

En estos tiempos que corren, cada vez estamos más acostumbrados a oír, en cualquier conversación en tono informal, el famoso “todos son iguales” aplicado a los políticos, atribuyendo un afán de enriquecimiento a cualquier precio al conjunto de personas dedicadas a la gestión pública. Como todos sabemos, la condición humana es prácticamente incorruptible, y apenas se han dado casos de empresarios corruptos, sindicalistas que aprovechan sus horas sindicales para provecho propio, guardias civiles y policías sobornados, jueces y abogados comprados o trabajadores de aduana que por dinero fácil hacen la vista gorda. Además, es prácticamente imposible encontrar un pelotari, tenista o futbolista que se haya dejado ganar a cambio de suculentos premios en casas de apuestas… Por ello me pregunto, ¿qué hace que esta avispada sociedad se haya fijado en la corrupción de la clase política, precisamente la más poderosa, hasta deslegitimarla por completo?

Lógicamente, el elevado número de políticos que se deja tentar por el dinero fácil que provoca la corrupción es el primer culpable de esta percepción, puesto que con su comportamiento deslegitiman completamente su labor y la de muchos de sus compañeros de profesión.

Por otra parte, el comportamiento de los partidos políticos también deja mucho que desear, puesto que –al menos cuando el supuesto corrupto pertenece a las élites políticas- se suele practicar un cierre de filas en torno a él. La autocrítica apenas se produce y, en caso de hacerlo, se intenta por todos los medios que no salga de las puertas de las sedes de los partidos, cuando la sociedad demanda actuaciones inmediatas y ejemplarizantes. Además, en muchas ocasiones la información por la que se acusa a los miembros del partido de comportamiento desleal o ilegal ni siquiera es rebatida, sino que se estila más esparcir la semilla de la confusión y acusar a los demás (partidos políticos, medios de comunicación, jueces…) de todo tipo de tramas y complots. Al fin y al cabo, como pudimos comprobar con la “Teoría de la Conspiración” en torno al 11-M, no es necesario demostrar nada para sostener la más disparatada teoría durante meses o incluso años. Si alguien tiene alguna duda de cómo hacerlo, Jaime Ignacio del Burgo ha editado un manual en forma de libro titulado Demasiadas preguntas sin respuesta.

Otra vieja táctica de las élites políticas consiste en aplicar la siempre madura y responsable táctica del “y tú más”, consistente en recordar constantemente los escándalos en los que ha incurrido el adversario político, con lo que las sospechas e impresión de corrupción generalizada no hacen más que aumentar entre una ciudadanía que presencia desde la barrera semejante comportamiento infantil de quienes están llamados a regir los destinos del país. Lo de menos es que la valoración de la clase política y del sistema en general caiga hasta extremos inimaginables, ellos saben que –en la práctica- el español es un rígido sistema bipartidista en el que actualmente es prácticamente imposible que nadie más que PSOE o PP gobiernen, así que el perjuicio a la legitimidad y valoración del sistema es un daño colateral del objetivo principal: minar la imagen del adversario para llegar –o mantenerse- en el poder.

Para ello, los principales partidos políticos cuentan con unos poderosos aliados: los medios de comunicación. En la actualidad, los principales periódicos, radios y televisiones, así como Internet, están muy lejos de la imparcialidad que se les debería presuponer, y que debería llevarles a, pura y simplemente, informar de las noticias más relevantes para la comunidad, siendo cada vez más puros aparatos de propaganda. Hace más de un siglo, ya advertía un diputado navarro en Madrid, en tiempos de la Gamazada, que “en Madrid se hacen y deshacen voluntades y opiniones públicas en pocos días”, respondiendo a quienes justificaban la anulación del régimen foral en el supuesto deseo de los ciudadanos españoles. Lo curioso es que, en estos tiempos donde las nuevas tecnologías permiten a todos los públicos conocer las distintas visiones y puntos de vista sobre un determinado tema –en contraposición con el elevado índice de analfabetismo existente a principios de siglo- los medios de comunicación son básicamente utilizados por los ciudadanos como refuerzo ideológico, más que como fuente de información.

Y esto me lleva a señalar un último “responsable” de la deslegitimación de la clase política, siendo éste la propia sociedad. No veo a mi alrededor masa crítica que cuestione los mensajes que le llegan. Por tanto, y dentro de una lógica consumista no cuestionada en nuestros días, la mayoría de la sociedad se limita a ser consumidora de información, de una manera totalmente pasiva, basándose en un seguimiento bastante ciego a sus líderes. Los argumentos de éstos, convenientemente repicados en los medios afines, son repetidos cual moderno dogma de fe por los seguidores, a modo de rebaño político. De este modo, y recordándome a los interminables debates futbolísticos sobre si “ha sido o no penalty”, donde cada forofo “ve” lo que le interesa, cuando hablo con determinadas personas me parece estar oyendo a Arnaldo Otegi o Rodríguez Zapatero en boca de otro… Además, adolecemos de una preocupante falta de memoria, y las propuestas que hace unos pocos años eran rechazadas sin paliativos (ejemplo: dos ámbitos de decisión para la CAV y Navarra al respecto de la territorialidad) hoy en día son la panacea… y así nos va. A pesar de que todos conocemos casos de personas que trabajan duro y de una manera totalmente honrada, la creencia general es que éstas son las excepciones, porque la tele está continuamente bombardeando con lo contrario…

Frente a esto, creo que –si desde Nafarroa Bai se quiere provocar un cambio real, no de nombres y siglas- debemos tratar de generar un continuo debate y autocrítica entre las bases y los representantes públicos. Las consecuencias de ese ejercicio siempre serán positivas, puesto que permitirán, por un lado, acercar la sociedad al partido y, por otra, que éste sea mucho más receptivo a sus propuestas, lo que permitirá mayor participación ciudadana, y así sucesivamente. Contestando a la pregunta del primer párrafo sobre por qué está tan mal valorada la clase política con otra pregunta: ¿A quién conviene que baje el interés por la política entre la sociedad? Yo creo que al conservador, es decir, al que no quiere que nada cambie…

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