Desde las posiciones políticas defendidas por personas como Víctor Pradera y otros, el navarrismo se ha ido consolidando como una variante del nacionalismo español con una fuerte dosis de anti-vasquismo. Podríamos poner numerosos ejemplos de los años 20 y 30, antes de la Guerra Civil; muchos más todavía de los años 40, 50, 60 y 70, en pleno franquismo; de los 80 y 90, ya en plena democracia; o también de esta primera década del siglo XXI.
El último ejemplo lo podemos encontrar en las críticas vertidas desde Navarra, concretamente desde el PP navarro y desde UPN, al acuerdo alcanzado entre PSOE y PNV para que las Ikastolas navarras se beneficien de 2 millones de euros ante el anunciado recorte de fondos para este fin del Gobierno Vasco de Patxi López. Es curioso ver cómo quienes afirman defender a los navarros critican que otros consigan fondos que ellos ni han podido ni han querido pelear en Madrid.
La crítica podría ser justificable en el caso del PP porque se trata de una fuerza enfrentada al PSOE en todo, especialmente cada vez que llega el debate en torno a los Presupuestos Generales del Estado. Pero es cuando menos curioso ver cómo la crítica llega también desde UPN, en boca, sobre todo, de su diputado, Carlos Salvador (y también de su portavoz en el Parlamento de Navarra, Carlos García Adanero, aunque con matices forales).
A pesar de la supuesta colaboración existente entre UPN y PSN-PSOE (evidente para tantas cosas) ha tenido que ser una fuerza como el PNV la que ha negociado y conseguido 2 millones de euros destinados a mejorar la educación en Navarra. El PNV, una fuerza política que ha sido enviada a la oposición por el PSE-PSOE, ha tenido la capacidad de negociar con los socialistas en Madrid, mientras que UPN, que se mantiene en el poder en Navarra gracias al PSN-PSOE no ha tenido los mismos reflejos y se contenta con poder sacar adelante sus presupuestos en Navarra. Es más, quien ha alcanzado el acuerdo ha sido el PSOE de Madrid, porque si hubiera sido por el PSN tampoco se habría conseguido nada. Para dar un toque de color al tema, Miguel Sanz, el gran defensor dentro de UPN de los acuerdos con el PSN, se alegraba de la noticia a pesar de lo que su compañero decía en Madrid.
Sin embargo, la actitud de PP y UPN al respecto de la enmienda pactada por PNV y PSOE evidencia algo más que la total falta de interés de ambas formaciones por el euskera, por la educación en euskera y por los navarros que optan por este modelo educativo. La crítica a la enmienda se ha vestido con el ropaje navarrista de una injerencia del nacionalismo de la CAV sobre competencias forales como la Educación pero, en realidad, no es sino una muestra de ese sentimiento anti-vasco de un navarrismo que prefiere perder los 2 millones de euros antes de que estos se destinen a las Ikastolas navarras.
Un sentimiento anti-vasco (alimentado por el terrorismo durante décadas) que ha dirigido la política navarra de UPN en las últimas legislaturas, que ha servido de excusa para la expulsión de CDN del Gobierno Foral y que UPN no consigue maquillar a pesar de que se ha puesto de manifiesto que la sociedad navarra no le sigue por ese camino. Un sentimiento que, no obstante, parece que puede todavía dar votos y decantar a un cierto sector de votantes hacia PP o UPN.